Duele tu celular cada vez que suena y te ocultas para atenderlo; duele dormir en la misma cama sin que se te escape una mísera caricia; duele que ya no me desees, que ya no me ames duele más.
Duele todo entre vos y yo, duele...
La sonrisa de nuestra hija, tan parecida a la tuya, tan hermosa y tan hiriente a la vez; la gente que pasa y me pregunta por vos; tus fríos mensajes duelen.
Te fuiste, otra vez, te fuiste dejandome atrás. No importé, una vez más no TE importé. Tu rastro dejó dolor y cenizas de la felicidad que podríamos haber tenido juntos. Aunque debo reconocer que jamás fuimos plenamente felices y que las esperanzas de serlo alguna vez se habían ido antes que vos.
Tu maltrato, tus humillaciones, tu falta de interés por mí y por la relación, todo eso, todo eso se va con vos, pero es inevitable que duela, que me corte hasta sangrar, es inevitable que tu presencia me hiera y tu ausencia lo haga más.
Quiero cerrar los ojos, imaginarme un lugar especial donde estemos juntos y seamos felices, ¿pero como puedo imaginarte feliz conmigo si jamás lo fuiste? ¿Cómo puedo imaginar un lugar feliz si cada lugar donde estuvimos se llenó de sombras?
No hay comentarios:
Publicar un comentario